Stuart, Hall:”Encoding/Decoding”
en Hall, s. y otros: Culture, Media, Language. Hutchinson & co y the
Centre for Contemporary Cultural Studies. London. 1980. (pp.
128/138). Selección y traducción de Roberto von Sprecher. 1988. Revisado por el
Dr. Daniel Cabrera
Tradicionalmente
la investigación sobre comunicación de masas ha conceptualizado el proceso en términos
de un rizo o circuito de circulación. Este modelo ha sido criticado tanto por
su linealidad (emisor-mensaje-receptor), como por su concentración en el nivel
de intercambio de mensajes y por la ausencia de una concepción estructurada de
los diferentes momentos como una estructura compleja de relaciones. Pero,
también es posible y útil pensar en el proceso de comunicación en términos de una
estructura producida y sustentada mediante la articulación de momentos
enlazados pero distintivos: producción, circulación, distribución/consumo, reproducción.
Podríamos pensar el proceso como
una estructura compleja construida en dominancia, sustentada en la articulación
de prácticas interconectadas, cada una de las cuales, sin embargo, mantiene sus
rasgos distintivos y tiene su propia modalidad especifica, sus propias formas y
condiciones de existencia. Esta aproximación, homologa a la que forma el
esqueleto de la producción de bienes/mercancías en el capital y
en los Grundisses de Marx, tiene la ventaja de mostrar más agudamente
como un circuito continuo (producción-distribución-reproducción) puede
sostenerse mediante un "pasaje de formas". Asimismo
aclara la especificidad de las formas bajos las cuales el producto del proceso
aparece en cada momento, y consecuentemente, lo que distingue la "producción"
discursiva de otro tipos de producción en nuestra sociedad y en el moderno
sistema de medios. [tengan en cuenta que el artículo es escrito en 1973, recién
hacía dos años que había sido inventado el chip de silicio y era difícil
imaginarse como las nuevas tecnologías digitales iban a modificar las prácticas
y consumos de las “nuevas tecnologías”].
El "objeto" de estas prácticas de
comunicación son significados/sentidos y mensajes en la forma de vehículos-signos
organizados de una manera específica, como cualquier forma de lenguaje,
operando códigos dentro de la cadena sintagmática. Los instrumentos, relaciones y prácticas de producción,
de este modo, emiten en un cierto momento (el momento de la "producción/circulación")
bajo la forma de vehículos simbólicos constituidos dentro de las reglas del
"lenguaje". Es en esta
forma discursiva que tiene lugar la circulación del "producto". En la
dimensión de la producción, por lo tanto, el proceso requiere sus instrumentos
materiales (sus "recursos"), como asimismo sus propias relaciones
sociales (de producción), la organización y combinación de prácticas dentro de
instrumentos mediales. Pero es bajo la
forma discursiva como tiene lugar la circulación del producto y su distribución
a las diferentes audiencias. Una vez consumado el discurso debe ser
trasladado -transformado nuevamente- a prácticas sociales-, si se pretende que
el circuito sea completo y efectivo. Si no se atrapa ningún "sentido" no
puede haber "consumo". Si el
sentido no se articula en prácticas no tiene efectos. El valor de esta aproximación estriba en
que, si bien cada uno de los momentos -articulados- son necesarios al circuito
como totalidad, ninguna de las etapas puede garantizar totalmente a la etapa
siguiente con la cual está articulada. Dado
que cada una tiene sus propias condiciones de existencia y modalidades especificas,
cada uno puede constituir su propia ruptura o interrupción del "pasaje de
formas" de cuya continuidad depende el flujo de producción efectiva (es
decir "reproducción").
Si
bien de ninguna manera queremos limitar la investigación a "seguir las inducciones
que emergen del análisis de contenido", debemos reconocer que la forma
discursiva del mensaje tiene una posición privilegiada en el intercambio
comunicativo (desde el punto de vista de la circulación), y que los
momentos de "codificar" y "decodificar", sin bien son
"relativamente autónomos" en relación al proceso comunicativo como un
todo, son momentos determinados. Un
evento histórico "crudo" no puede, en esa forma, ser
transmitido, verbigracia, por un noticiero televisivo. Los eventos solo pueden ser investidos de
sentido dentro del formato audiovisual del formato televisivo. En el momento en
que un evento histórico pasa bajo el signo del discurso, queda sujeto a
todas las complejas "normas" formales mediante las cuales el lenguaje
significa. Para decirlo paradójicamente,
el evento se debe convertir en un "relato" antes de poder convertirse
en un evento comunicacional (...) la "forma de mensaje" es
"la forma de apariencia" necesaria para el evento en su paso del
emisor al receptor. Por lo tanto, la transposición
en y desde la "forma mensaje" (o el modo de intercambio simbólico) no
es un momento aleatorio que podamos (...) ignorar (...).
A partir de esta perspectiva general,
podemos caracterizar como sigue el proceso comunicacional: se requieren la
estructura institucional de emisión, con sus prácticas y redes de producción,
sus relaciones organizacionales e infraestructura técnica, para producir un
programa. Usando la analogía de El
capital [de Karl Marx],
es el "proceso de trabajo" en la manera discursiva. Aquí la producción construye el mensaje. Entonces, en un sentido, el circuito comienza
aquí. (...) la producción y la recepción de un mensaje televisivo no son (...) idénticas,
pero se encuentran relacionadas: son distintos momentos dentro de la
totalidad normada por las relaciones sociales del proceso comunicacional como
un todo.
En
cierto punto, la estructura institucional de emisión debe producir
mensajes codificados en la forma de un discurso significativo. Las relaciones socio-institucionales de producción
deben pasar por las reglas discursivas del lenguaje para que su producto sea
"realizado". Esto es el
principio de un momento consecutivo diferenciable, en el cual
las reglas formales del discurso y del
lenguaje se encuentran en dominancia. Antes de que este mensaje pueda tener un
"efecto", satisfacer una "necesidad" o ser asignado a un
"uso", debe primero ser apropiado como un discurso significativo y
ser significativamente decodificado. Es
este conjunto de significados decodificados el que tiene un "efecto",
influye, entretiene, instruye o persuade, con muy complejas consecuencias
perceptuales, cognitivas, emocionales, ideológicas o sobre la conducta. En
un momento "determinado" la estructura emplea un código y produce un
"mensaje"; en otro momento "determinado" el
"mensaje", vía su decodificación, concluye en la estructura de las prácticas
sociales. Ahora estamos totalmente
advertidos de que esta re-entrada en las prácticas de recepción de la audiencia
y en los "usos" no puede ser entendida en simples términos de
conducta. El típico proceso
identificado a partir de elementos aislados en la investigación
positivista (efectos, usos,
"gratificaciones") está el mismo enmarcado por estructuras de
entendimiento, como también ha sido producido por las relaciones sociales y económicas,
que dan forma a su realización en el extremo de la recepción de la cadena,
permitiendo a los sentidos significados ser transpuestos en práctica o en
conciencia (para adquirir valor de uso social o efectividad política).
un programa (de tv) considerado como


codificación
decodificación
![]() |
|||
![]() |
estructuras estructuras
de sentido 1 de sentido 2
marcos de conocimiento marcos
de conocimiento
---------------
---------------
relaciones relaciones
de producción de producción
----------------
----------------
infraestructura
infraestructura
tecnológica tecnológica
---------------- ------------
Lo
que en el diagrama anterior hemos denominado "estructuras de sentido
1" y “estructuras de sentido 2" puede que no sean lo mismo. Dichas estructuras no constituyen una
"identidad inmediata". Los códigos de la codificación y de
la decodificación. Los grados de simetría
(o sea los grados de "entendimiento" y "mal entendimiento"
en el intercambio comunicativo) dependen de los grados de simetría/asimetría
(relaciones de equivalencia) establecidos entre las posiciones de las
"personificaciones" codificador-productor y decodificador-receptor. Pero, esto depende a su vez de los grados de
identidad/no-identidad entre los códigos, los cuales transmiten perfecta o
imperfectamente, interrumpen o sistemáticamente distorsionan lo que ha sido
transmitido. La carencia de correspondencia
entre los códigos tiene mucho que ver con las diferencias estructurales de
relaciones y de posiciones entre los emisores y las audiencias, pero también
tiene que ver con las asimetrías entre los códigos del "emisor" y del
"receptor" en el momento de la transformación en y desde la forma
discursiva. Lo que se llama
"distorsiones" o "malentendidos" surgen precisamente de la carencia
de equivalencia entre los dos lados en el intercambio comunicativo.
(...)
El signo audiovisual es complejo. Está
constituido por la combinación de dos tipos de discursos: auditivo y
visual. Por otra parte, en la terminología
de Pierce, es un signo icónico porque "posee algunas de las propiedades de
la cosa representada". Este es un punto que ha provocado bastante confusión
y ha dado lugar a un espacio de intensa controversia en el estudio del lenguaje
visual. Dado que el discurso visual
convierte un mundo tri-dimensional en planos bidimensionales, el mismo no
puede, por supuesto, ser al
mismo tiempo el referente o el concepto que significa. ¡ en la película el perro puede ladrar pero
no puede morder ! La realidad existe
fuera del lenguaje, pero es
constantemente mediada por y a través del lenguaje: y lo que podamos conocer y saber tiene que
ser producido en y a través del discurso.
El
"conocimiento" discursivo es el producto no de la transparente representación
de lo "real" en el lenguaje sino de la articulación del lenguaje
sobre las condiciones y relaciones reales. Por lo tanto, no hay discurso inteligible sin la operación
de un código, los signos icónicos son también -por lo tanto- signos
codificados, incluso aunque los códigos trabajen en forma diferente respecto de
los códigos de otros signos (...). Naturalismo o "realismo" -la
aparente fidelidad de la representación a la cosa o concepto representado- es
el resultado, el efecto de cierta articulación especifica sobre lo
"real". Ello es el resultado
de una práctica discursiva.
Por supuesto que ciertos códigos pueden
estar tan ampliamente distribuidos en una cultura o comunidad de lenguaje
particular, y ser aprendidos a una edad tan temprana, que los mismos no
parecen ser construidos -el efecto de una articulación entre signo y
referente- sino que parecen estar dados "naturalmente". en este sentido, los signos visuales parecen
haber logrado una "casi-universalidad". Sin embargo, esto no significa que no hayan
intervenido codigos, más bien quiere decir que los codigos han sido
profundamente naturalizados. El
funcionamiento de códigos naturalizados revela no la transparencia y la
"naturalidad" del lenguaje sino lo profundo: la habituacion y la casi
universalidad de los signos en uso. los mismos producen reconocimientos
aparentemente "naturales". Esto
tiene el efecto (ideológico) de encubrir las practicas de codificación
presentes. Pero, no debemos ser
engañados por las apariencias. Lo que en
la actualidad muestran los códigos naturalizados es el grado de habituación
producido cuando hay una reciprocidad y alineamiento fundamental -una equivalencia
consumada- entre los lados de codificación y decodificación de un intercambio
de sentidos. El funcionamiento de
los códigos en el lado de la decodificación frecuentemente asumirá el status de
percepciones naturalizadas. Esto es lo
que nos lleva a pensar que el signo visual "vaca" es el animal
vaca, en lugar de pensar que lo representa. Pero si pensamos en la representación visual
de una vaca en un manual sobre economía domestica animal -o mas allá, sin
pensamos en el signo lingüístico vaca - podemos ver que ambos, en diferentes
grados, son arbitrarios con respecto del concepto del animal que ellos
representan. La articulación de un signo arbitrario -ya sea visual o verbal-
con el concepto de un referente es el producto no de la naturaleza sino de la convención,
y el convencionalismo de los discursos requiere el soporte, la intervención de códigos. Así, Umberto Eco ha sostenido que los signos
icónicos "se parecen a objetos del mundo real porque reproducen las condiciones (o sea los códigos)
de percepción en el espectador." sin embargo, estas "condiciones de percepción"
son el resultado de un conjunto de operaciones de decodificación -aunque sean
virtualmente inconscientes- altamente codificadas. Esto es tan cierto respecto de la imagen
televisiva o fotográfica como respecto de cualquier otro tipo de signo. A
pesar de ello, los signos icónicos son particularmente vulnerables a ser "leídos"
como naturales a causa de que los códigos visuales de percepción están
ampliamente diseminados y porque este tipo de signos es menos arbitrario que un
signo lingüístico: el signo lingüístico "vaca" no posee ninguna
de las propiedades de la cosa representada, cuando por su parte el signo visual
aparece poseyendo algunas de estas propiedades.
Lo
expuesto anteriormente puede ayudarnos a clarificar una confusión en la teoría lingüística
en boga, y a definir con precisión como son usados algunos términos en este artículo. La teoría lingüística frecuentemente emplea
la distinción "denotación/connotación". Generalmente se equipara el término "denotación"
con el significado literal de un signo: en razón de que el sentido literal es
casi universalmente reconocido, especialmente cuando es empleado el discurso
visual, "denotación" se ha confundido a menudo con una transcripción
literal de la realidad en el lenguaje, y en consecuencia como un "signo
natural" producido sin la intervención de un código. "connotación", por su parte, se
emplea simplemente para referirse a significados asociativos menos fijos y por
lo tanto más convencionalizados y mutables, lo cuales claramente pueden variar
de instancia a instancia y por lo tanto deben depender de la intervención de códigos.
Nosotros
no usamos la distinción denotación/connotación en el sentido mencionado.
Desde nuestro punto de vista, la distinción
es solamente analítica. En el análisis, es útil tener la posibilidad de
aplicar una regla general que distinga aquellos aspectos de un signo que, en
cualquier comunidad de lenguaje en cualquier punto del tiempo, parecen ser
considerados como sus significados literales (denotación), de aquellos
significados mas asociativos que es posible generar en relación al signo (connotación).
Pero las distinciones analíticas no deben ser confundidas con las distinciones
en el mundo real. habrá muy pocas
instancias en las cuales los signos organizados en un discurso signifiquen solamente
su significado "literal" (o sea, casi universalmente consensuado).
(...)
El llamado nivel denotativo del signo
televisivo es establecido por ciertos códigos muy complejos (pero limitados o
"cerrados"). Pero su nivel
connotativo, a pesar de estar también limitado, es más abierto, sujeto a transformaciones más activas, que exploten sus valores polisémicos. Cualquier signo previamente constituido es
potencialmente transformable en más de una configuración connotativa. Sin embargo, no se debe confundir la
polisemia con el pluralismo. Los códigos connotativos no son iguales entre
ellos. La cultura de cualquier
sociedad tiende, con diversos grados de clausura, a imponer sus clasificaciones
del mundo social, cultural y político.
Esto constituye un orden cultural dominante, pero el mismo nunca es
univoco o libre de controversias. El tema de la "estructura de los
discursos en dominancia" es un punto crucial. Las diferentes aéreas de la vida social
aparecen como mapeadas en los dominios discursivos, jerárquicamente organizados
en significados privilegiados o dominantes. Los eventos novedosos o problemáticos, que
violan nuestras expectativas, y que se oponen a nuestras "construcciones
de sentido común", a nuestro conocimiento sobre las estructuras sociales
"dado-por-supuesto" (taken-for-granted),
deben ser asignados a sus dominios discursivos antes de que pueda decir que
"tienen sentido". La manera más
común de "mapearlos" es asignar lo nuevo a los dominios de alguno de
los "mapas de la realidad social problemática" pre-existentes.
Decimos dominante
y no determinado porque siempre es posible ordenar, clasificar, asignar y
decodificar un evento en más de un "mapa". Pero, decimos
"dominante" porque existe un patrón de "lecturas
privilegiadas", y el mismo tiene un orden institucional, político e ideológico,
que ha llegado a institucionalizarse impreso en sí. El dominio de las "lecturas privilegiadas"
tiene el orden social entero inscripto en ellas como un conjunto de
significados, practicas y creencias, como el saber cotidiano sobre las
estructuras sociales, de "como las cosas funcionan para todos los propósitos
prácticos en esta cultura", incluyendo la jerarquía de poder e intereses y
la estructura de legitimaciones y sanciones.
Así, para clarificar un "malentendido" al nivel connotativo,
nos debemos referir mediante los códigos a los órdenes de la vida
social, de la economía, del poder político y de la ideología. Además, dado que estos "mapas" son
"estructurados en dominancia" pero no cerrados, el proceso
comunicativo no consiste en una asignación no problemática de cada ítem visual
a su correspondiente posición dentro de un conjunto de códigos pre ordenados,
sino que consiste en reglas performativas -reglas de competencia y uso,
de lógicas-en-uso- las cuales buscan activamente imponer o privilegiar un
dominio semántico sobre otro y reglar los temas dentro y fuera de conjuntos de
significados apropiados. La semiología
formal ha descuidado a menudo esta práctica de trabajo interpretativo,
aunque este constituye, de hecho, la relación real de las practicas de emisión
de televisión.
Entonces,
al hablar de significados dominantes no nos estamos refiriendo a un
proceso de un solo lado que gobierna como serán significados todos los eventos.
Se trata del necesario trabajo para imponer una decodificación -darle
plausibilidad y predominio legitimado- del evento dentro de los limites de las
definiciones dominantes en las cuales han significado connotativamente. Terni
ha señalado: "por la palabra lectura queremos decir no solo la
capacidad de identificar y decodificar un cierto número de signos, sino también
la capacidad de ponerlos en relación creativa entre ellos mismos y con otros
signos: una capacidad que es, por si misma, la condición para una vigilancia
completa de la totalidad de nuestro ambiente."
(...)
...a menudo las
organizaciones emisoras están preocupadas por el hecho de que la audiencia haya
fallado en captar los significados como ellos -los emisores- los proponían. Lo que realmente están diciendo es que los
espectadores no están operando dentro del código "dominante" o
"privilegiado". Su ideal es "una comunicación
perfectamente transparente". En lugar de eso tienen que enfrentarse a una
"comunicación sistemáticamente distorsionada".
En
pasados años las discrepancias de este tipo han sido explicadas por referencia
a la "selección perceptiva". La
misma no ha resultado la vía de acceso por la cual un pluralismo residual evade
las compulsiones de un proceso altamente estructurado, asimétrico y
no-equivalente. Por supuesto que siempre
habrá variables de lecturas privadas, individuales. Pero, la
"percepción selectiva" casi nunca es tan selectiva, aleatoria
o privada como el concepto sugiere. Las
pautas exhiben similitudes significativas, mas allá de las variantes
individuales. Cualquier nueva aproximación a los estudios de audiencia debería
comenzar con una crítica a la teoría de la "selección perceptiva".
Hemos
sostenido que dado que no hay una correspondencia necesaria entre codificación
y decodificación, la primera puede intentar privilegiar pero no prescribir o
garantizar la segunda, la cual tiene sus propias condiciones de existencia.
Al
menos que sea extremadamente aberrantes, la codificación tendrá el efecto de
construir algunos de los limites y parámetros dentro de los cuales operara la decodificación. Si no hubiera límites las audiencias podrían
leer en cualquier mensaje lo que se les ocurriera. No dudamos que pueda existir alguna situación
de malentendido total, pero dentro del vasto rango de posibilidades debe
existir algún grado de reciprocidad entre los momentos de la codificación
y de la decodificación, de otra forma nos resultaría imposible hablar de
intercambio comunicativo. De cualquier
manera, esta correspondencia no viene dada de por sí, sino que es
construida. La codificación no puede
determinar o garantizar, en un sentido simple, que códigos de decodificación se
emplearan. De no ser así la comunicación
seria un circuito perfectamente equivalente.
Y cada mensaje seria una instancia de una "comunicación
perfectamente transparente". Entonces
debemos pensar en las variantes de articulación en que se pueden combinar codificación/decodificación.
En dicho sentido plantearemos análisis hipotéticos
de algunas de las posibles posiciones de decodificación, en orden a reforzar la
aseveración de la "no necesaria correspondencia.
Identificamos
tres posiciones hipotéticas a partir de las cuales se puede construir la
decodificación de un discurso televisivo.
Las mismas necesitan ser testeadas empíricamente, pero la argumentación
de que estos momentos no son idénticos, refuerza el argumento de la "no
necesaria correspondencia". También
ayuda a deconstruir el significado de sentido común de
"malentendidos" en los términos de una teoría de la "comunicación
sistemáticamente distorsionada".
La primer posición hipotética
es la de la posición hegemónica- dominante. Cuando el espectador toma los significados
connotados total y directamente, verbigracia, de un noticiero televisivo o de
un programa sobre acontecimientos sobre actualidad, y decodifica el mensaje en
los términos del código en referencia al cual han sido codificados, podemos
decir que el espectador está operando dentro del código dominante.
La segunda posicion
que identificamos es la de codigo o posicion negociada. Probablemente la mayoría de la audiencia
entiende bastante bien que se ha definido, y significado profesionalmente, como
dominantemente. Sin embargo las
definiciones dominantes son hegemónicas justamente porque ellas representan
definiciones de situaciones y de eventos que se encuentran en dominancia global. Las definiciones dominantes relacionan, implícita
o explícitamente, eventos con grandes totalizaciones, con las grandes sintagmáticas
de "las visiones- del- mundo": las mismas hace "perspectivas
amplias" en relación a sus emisiones: relacionan eventos con el "interés
nacional" o con el nivel de la geopolítica, incluso cuando hacen estas
relaciones en formas parcializadas, invertidas o mistificadas. La definición de un punto de vista hegemónico
es (a) que el mismo defina dentro de sus términos el horizonte mental, el
universo de significados posibles de un sector completo de relaciones en una
sociedad o una cultura; y (b) que el mismo lleva consigo el sello de la
legitimidad, apareciendo como un co-termino con lo que es "natural",
"inevitable", "dado por supuesto" respecto del orden
social. la decodificación dentro de las versiones
negociadas contiene una mezcla de elementos adaptativos y de elementos de oposición: la misma reconoce la legitimidad de las
definiciones dominantes para producir las grandes significaciones (abstractas),
mientras que a un nivel situacional (situado) más restringido hace sus propias
normas de campo operando con excepciones a la regla. Acuerda la posición privilegiada a las
definiciones dominantes de los eventos reservándose el derecho a realizar
aplicaciones más negociadas a las "condiciones locales", o a sus
propias posiciones más corporativas (...)
Finalmente, es
posible que un espectador entienda perfectamente tanto las inflexiones
literales como las connotativas dadas por un discurso, pero que decodifique el
mensaje de una manera globalmente contraria. Ese espectador destotaliza
el mensaje dentro del código privilegiado con el fin de retotalizar el mensaje
dentro de algún marco de referencia alternativo. Este es el caso de un receptor que escucha un
debate sobre las necesidades de reducir los salarios y que lee cada mención
sobre el "interés nacional" como interés de clase". Ella/el está operando con lo que podemos
llamar un código oposicional (...)”
STUART HALL. 1973
(algunos trozos del
texto original no han sido traducidos en función de la utilización del material
por los alumnos de la asignatura teoría de la comunicación en 1988, y las
mismas parecen seguir siendo pertinentes para Trabajo Social)
No hay comentarios:
Publicar un comentario